Empujado a ello por un
reciente descubrimiento podcastero (al menos para mí) me he hecho con el primer
número de la reedición de Sandman por parte de Ecc.
El podcast en cuestión se
llama la Órbita de Endor, y cuando escribo esto llevo oídos 25 en apenas dos
semanas…
Sé que Sandman es de esos
comics que todo el mundo dice que son imprescindibles, junto a Watchmen, V de
Vendetta u otros de la viñeta americana. Pero la verdad es que nunca me ha
atraído el comic americano, y todo por culpa del dibujo.
Comento lo del dibujo porque
no es que el comic americano esté mal dibujado, es que ese ir cambiando de
dibujante casi de semana en semana me desconcierta demasiado, con lo bonito que
es cuando el mismo dibujante se hace con toda la colección, como sí ocurre con
los manga…
Pero bueno, lo dejaban tan
bien que no pude resistirme a pedirme el primer número y ver si la cosa estaba
bien o no.
La historia empieza con un
grupo de magos que hace un ritual para encerrar a la muerte y aparece en su
lugar su hermano pequeño: Morfeo (también conocido como Sandman en el mundo
anglosajón). El pobre parece estar en las últimas, y es por ello que le
encierran en una urna de cristal, robándole todo lo que lleva encima.
Los años pasan, el líder del
culto se va haciendo mayor y no consigue nada de un Sandman que parece aguardar
el momento en que huirá. Mientras, en el mundo hay varias personas que sufren
trastornos del sueño derivados de la desaparición del señor de los mismos.
Hasta que consigue escapar,
empezando una búsqueda de los tres artefactos que le llevará todo el tomo.
En éste primer tomo, que
abarca los seis primeros números americanos, tenemos una historia autoconclusiva,
de la que después se seguirán usando personajes y situaciones y que nos hace
seguir a Sandman y algunas personas accesorias a lo que le ha pasado. Es una
buena historia, contada con maestría y que tiene ese algo especial que atrapa.
Así que desde el punto de
vista del guion no tengo nada que reprochar: al contrario. Me he encontrado con
un comic que me ha tenido enganchado de principio a fin, provocándome
sensaciones no siempre agradables pero que me empujaba a seguir pasando páginas
para ver hacia dónde iba todo.
Y luego está el dibujo,
cambiante incluso dentro del mismo número, con un único elemento unificador:
las portadas de número. Son dibujos artísticamente impecables, altamente
perturbadoras y constituyen una obra de arte en sí mismas.
Así, no me queda menos que
decir que me está gustando mucho lo que llevo leído y que ya tengo el segundo
tomo en casa.
Seguiré informando, pero es
una obra que promete: profunda, entretenida y que te hace pensar.
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