Lento pero seguro voy
poniéndome al día de las series que sigo, o al menos voy poniendo al blog al día
(la vi en enero). Series que como Homeland siguen ocupando mi tiempo de ocio.
Una Homeland que encara su
tercera temporada con un cambio de enfoque respecto a las dos anteriores, con
un protagonista masculino huyendo como el hombre más buscado de los EEUU y una
protagonista en plena crisis personal.
Es una tercera temporada a la
que le cuesta arrancar, que se centra mucho más en las secuelas personales del
final de la segunda temporada (para la familia de él y la salud mental de ella)
e incluso las políticas, con una CIA puesta en entredicho y con la posibilidad
real de acabar desapareciendo.
Son unos primeros capítulos
muy lentos, que en ocasiones rozan lo aburrido. Y no por la falta de acción,
sino por la falta de interés de lo que nos cuentan, unido a una pérdida
palpable de ritmo narrativo.
Y es una pena, porque si algo
supo hacer bien antes Homeland es atrapar a base de capítulos bien estructurados
que te mentenían en tensión pese a que en ocasiones no pasara nada.
Por suerte cuenta con un tramo
final a la altura anterior de la serie, que enganchan cosa mala y redime el
conjunto de la temporada.
Sigue siendo una buena serie,
pero ha perdido potencia respecto a las anteriores y deja de ser de lo mejor
que puede verse en televisión.
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