Volvemos a la carga con el
tomo #41 ya de Fairy Tail, esa serie que va tirando mediante una saga tras
otras sin demasiada conexión y que deja lo que es la trama de la colección para
momentos tan puntuales que apenas aparecen.
Dejando de lado que es una
obra que funciona únicamente a base de tópicos y un autor que sabe utilizarlos
para hacer el manga molón, tenemos un tomo que sigue (y acaba) la historia de
los gigantes congelados, una trama que va de combate en combate pero sin que
aparezcan los pesos pesados del enemigo y que sirve de excusa para presentar a
la figura de los Demon Slayer.
Los combates son entretenidos,
pero más porque los protagonistas son pequeños y deben usar el ingenio que
porque el enemigo sea carismático.
Un tomo de transición a la
espera que vuelva a aparecer una saga más larga, entretiene, divierte y está
bien dibujado (además de tener buen ritmo) como todo lo que hace su autor. Por
desgracia sustancia no tiene ninguna y el fanservice está llegando a unos
niveles incluso ofensivos.
La seguiré comprando porque sé
que me divierte, pero a día de hoy dudo que la empezara desde 0 si supiera lo
que iba a encontrarme.
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