Quien iba a decirme a mí que
acabaría por reseñar una coproducción entre Estonia y Georgia, pero bueno, ésta
sección es lo que tiene, y para la semana de referencia ha sido la película que
más me ha llamado.
Mandarinas nos cuenta la
historia de cómo, tras un tiroteo entre dos bandos durante una guerra por la
independencia de una parte de Georgia (años 90), un hombre que se dedica a
cultivar mandarinas decide hacerse cargo de los dos supervivientes, ambos de un
bando distinto.
Es una película pequeñita, con
poco presupuesto y que basa su atractivo en lo vigente del mensaje que intenta
transmitir y en unas buenas interpretaciones por parte de sus actores. Así,
veremos cómo en la casa del cultivador de mandarinas los dos luchadores de
bandos contrarios se pelearán, pero con la presencia de su cuidador irán viendo
poco a poco lo absurdo de la guerra.
Con una horita y veinte de
duración, Mandarinas es una película que no se hace para nada larga, que tiene
tensión en momentos puntuales (visitas de militares de ambos bandos a la casa
del protagonista) y que se desenvuelve estupendamente bien en el drama que
supone la guerra no sólo para los que participan en ella sino también para los
que se encuentran en medio de la misma.
Es curioso que haya recibido
nominaciones tanto a los Oscar como a los Globos de Oro. Supongo que es por el
mensaje sencillo y directo y por tratarse de una película sin ningún tipo de
pretensión. Cuatro actores principales, algún secundario ocasional y una casa
pequeñita en las montañas rodeada de terreno, ése es el escenario para éste
drama humano tan reconocido a nivel de premios.
Personalmente ha sido una
película que me ha gustado, una de esas que sabe qué quiere contar y cómo
hacerlo y que no pierde el tiempo innecesariamente para ello (seguro que en Hollywood
hubiera durado dos horas). Sencilla, directa, bien hecha y con mensaje.
Bastante buena.
Valoración Personal: 8.
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