Tras un primer tomo de presentación
de la pareja protagonista y del ambiente que les rodea, esperaba conocer algo
más de ellos (su pasado) o de una historia transversal a toda la obra en ésta
segunda entrega de Lobo Solitario y su Cachorro. Y se ha cumplido, a medias.
Nos volvemos a encontrar con
un manga que se basa en capítulos auto conclusivos en los que el protagonista
acepta un encargo y lo cumple, y aunque no sea siempre en ese orden como lo
vemos nosotros, sí que es, en el fondo, lo que sucede. Por suerte, la calidad
de éstos capítulos es lo suficientemente alta como para olvidar que uno está
ante una supuesta obra maestra del manga, algo que a mí aún me tiene que
demostrar.
Donde sí cumple es en uno de
los capítulos. En él veremos cómo tomó la decisión de convertirse en Ronin y
qué o quienes le obligaron a hacerlo. Es el capítulo más intenso del tomo con
mucha diferencia, y en él nos acercaremos más a la figura del protagonista y su
hijo, y entenderemos ese avanzar sin desfallecer jamás que caracteriza a la
obra en sus compases iniciales.
Con todo, sigo pensando que de
momento no está a la altura de la fama que arrastra. Sí, es un buen manga de
samuráis, pero no me está pareciendo mejor que otras obras del género (como la
recientemente reseñada en el blog La Espada del Inmortal) o de obras maestras
como Bateadores o Slam Dunk. Sí, es todavía pronto ya que apenas he leído un
10% de lo que la obra me puede ofrecer, y es cierto que la estoy disfrutando;
pero el tiempo dirá si su fama es merecida o no.
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