Llego a una cuarta parte de la
obra Lobo Solitario y su cachorro totalmente metido en ella, la ambientación y
los detalles de éste manga son lo que me han conquistado, más allá de las
historias auto conclusivas que se nos muestran o el camino al infierno de un
padre y su hijo.
Con cinco tomos ya a sus
espaldas empiezo a entender su fama, y eso que éste me ha parecido algo peor
que el anterior (apenas hay avance en la trama general más allá de ver que los
enemigos empiezan a impacientarse). Supongo que los casos en sí mismos me han
parecido menos redondos y el personaje del padre apenas tiene evolución alguna
o muestra algún tipo de sentimientos.
Donde sí me parece que ha dado
un paso al frente es en los combates, me parecen más dinámicos y con
adversarios más temibles (mención especial cuando se encuentra a otro ronin
vinculado a su pasado).
Pero si por algo ha destacado
éste quinto tomo es porque el cachorro (el niño) se come todas y cada una de
las viñetas en las que sale. El personaje de éste chaval de tres años se ha
convertido (para mí) en el auténtico protagonista del tomo, con momentos como
cuando el vemos cuidando al padre enfermo o cuando se niega a romper la palabra
dada le pase lo que pase. Es un personaje redondo que cada vez adquiere mayor
protagonista y hace entender el título de la obra: aquí importan los dos, por
igual.
Veré el sexto tomo, que nos
acercará al ecuador de la serie, pero de momento no me arrepiento para nada de
haberme acercado a éste clásico.
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