Narcos es una de esas series
que hay que ver a poco que te guste el medio, y más si tienes recuerdos de la
época, en ese caso reconoces algunos de los momentos clave del producto (sí,
soy algo viejuno ya XD).
Con Narcos se nos acerca a la
figura de Pablo Escobar (el elegido para la primera y segunda temporadas de la
serie), una figura a la que recogeremos desde sus inicios hasta el momento en
el que ingresa en la “Catedral”.
Son diez capítulos donde
veremos cómo un traficante de bienes robados se va convirtiendo poco a poco en
uno de los hombres más ricos del mundo, alguien capaz de poner en jaque a un
país y alguien con una personalidad lo suficientemente potente como para
merecer ésta serie.
El tener los dos puntos de
vista (uno a cada lado de la ley) nos ayuda a seguir la pista de lo que sucedió
a lo largo de los años, cómo Pablo Escobar iba subiendo poco a poco en ésta
historia real en la que el narcotráfico tenía prácticamente secuestrado a un
país.
Movimientos políticos,
venganzas, tiroteos, carreras militares, traiciones, violencia innecesaria,
sexo, drogas… todos éstos elementos los podréis encontrar en la serie. Una
serie que está narrado con un buen ritmo (no es ni rápida ni lenta) y te
mantiene enganchado a lo largo de toda la temporada.
Es cierto que la historia no
termina, para eso habrá que ver la segunda temporada (ya disponible y vista),
pero es lo suficientemente consistente por sí misma como para valer la pena su
visionado.
El apartado técnico es
excepcional, nada que envidiar a cualquier thriller cinematográfico que hayáis
podido ver: Colombia es bonita, y se nos muestran todos sus extremos, desde los
paisajes a la jungla pasando por la capital o el despacho de su presidente.
Un tema algo controvertido ha
sido el doblaje al castellano, dejando las voces originales de los actores que
hablan en castellano y doblando a los ingleses. Para mí una buena decisión. Eso
sí, es cierto que a veces me ha costado entender al actor que hace de Escobar (quizá porque es
Brasileño y tiene un acento un tanto extraño), un ligero hándicap en algunas
escenas que enseguida se olvida (te acostumbras y acabas por no notarlo).
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