Y llega el tomo setenta, tomo
en el que marca ya el inicio del fin de Bleach, no llegaremos al 80, ni tan
sólo al 75… lo tenemos cerca.
Éste volumen nos trae el
combate entre dos capitanes (quizás más bien uno) y un Quicy raro de cojones,
que nos sigue confirmando que lo que el autor nos ha contado sobre los Quincy
(humanos capaces de usar las partículas espirituales) es pura patraña, porque
los poderes de ésta gente hacen lo que quieren.
El combate en sí es realmente
emocionante, de los más emocionantes de los últimos 20/30 tomos, con un
personaje que es carisma puro enfrentándose a algo que uno no sabe cómo
catalogar. El problema es que el autor hace trampas en todo momento, algo que
sucede cuando los límites de los poderes de los personajes no están
absolutamente marcados, y cuando puede que te salgan con algo totalmente nuevo
que no habíamos visto hasta el momento (y que quizá no tenga relación con lo ya
visto).
En fin, tampoco es que espere
mucho de éste tramo final de Bleach, quizás lo que me ha ofrecido éste tomo
setenta: dibujo molón, acción bien narrada y algún que otro flashback para que
pase todo mejor y no se haga pesado. Es evidente que la calidad de la otra está
lejísimos de la que tenía al empezar y que ahora sólo nos queda desearle una
muerte lo más digna posible.
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