Pasamos ya del número redondo
que supone el cincuenta para una colección y nos lanzamos hacia
delante con un
final de saga. Es un final que sirve única y exclusivamente para enseñarnos lo
fuertes que se han puesto los miembros de Fairy Tail (otra vez) durante el año
transcurrido desde su separación: escenas molonas de los personajes principales
que desembocan en una reunión con todos los miembros del gremio.
Todo el rollo de reunirse de
nuevo me ha parecido pillado por los pelos y me ha interesado entre nada y
cero. Era evidente lo que sucedería, y es una saga de relleno total y absoluto
(eso sí, bien dibujada).
Con esto quedaría un tomo
entretenido más, el enésimo de una colección que prometía pero se ha quedado en
algo muy normalito. Pero quedaba el cliffhanguer final… y sobre todo un
capítulo intermedio donde descubrimos el pasado de Zelef así como su relación
Natsu.
Vamos a ver, un capítulo entre
sagas te cuenta más cosas de la historia del personajes principal que los
últimos diez tomos! En fin, una revelación que pasa de puntillas y a la que no
se leda la importancia que debería, haciendo que sea un hecho que seguro
acabaré olvidando cuando pasen un par de tomos.
Qué le vamos a hacer, a
Mashima le cuesta guionizar una barbaridad, pero su talento natural para hacer
un shonen típico hace que estemos en el tomo 51 ya de su obra. Será que gusta.
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