Una serie que me ha gustado mucho entre las que hay en el catálogo de Netflix es Suburra, serie italiana que tiene ya tres temporadas y cuya primera entrega me encantó. Vamos pues con la segunda.
Ha pasado el tiempo desde los sucesos de la primera temporada, los personajes están en otro punto vital, pero el tema de los terrenos de Ostia sigue en el aire, y la gente que ha invertido en ellos no ha olvidado.
Así, los tres “amigos” tendrán
distintos papeles para intentar salir adelante (unos en su familia, otros en la
policía) mientras de fondo tenemos unas elecciones a la alcaldía de Roma que
podrían cambiarlo todo.
Asesinatos, drogas, corrupción,
manipulación de medios... todo eso es lo que podremos encontrar en los apenas
ocho episodios que dura la temporada, con un arco cerrado y algún que otro
momento impactante a más no poder.
Pero la serie no sería nada si
no fuera por los personajes que la pueblan. Aquí tenemos de todo, y todo
perfectamente definido e interpretado: desde el gitano que quiere ser el cabeza
de familia mientras oculta que es gay, el político intachable que hace tratos
con la Mafia, los cardenales que comercian con los refugiados... éstos son sólo
unos pocos ejemplos de lo que os podéis encontrar, pero hay más, y todos
buenos.
Vamos, que Suburra sigue
siendo una estupenda serie que nada tiene que envidiar a otros thrillers
policíacos o relacionados con el crimen organizado. Puede que a una escala más
pequeña, pero atrapa como pocas y tiene clarísimo lo que quiere mostrar.
En breve me pongo con la
tercera, que me he quedado con ganas.
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