Con un mínimo de tropas a su servicio y un matón que las
liderara en batalla cuando él no pudiera o no quisiera hacerlo, el siguiente
paso lógico de Datring fue hacerse con los servicios de un Matarife, con tal de
poder contrarrestar la magia enemiga y tener mejor alimentados a sus chicos.
El primero que acudió a su llamada fue Argulf, al que
apodaban el grasiento, un matarife con muy poco poder mágico, pero de los
mejores en la cocina.
Datring, al ver lo poco apto que era para la magia, le
proporcionó un artefacto que inducía a los magos enemigos a fallar
cataclísmicamente sus hechizos, causando estragos en los planes de batalla
enemigos.
Desde entonces, y al mando de una unidad de tripasduras,
Argulf ha cumplido su función estupendamente: decenas de hechiceros han caído
víctimas del artefacto, mientras que él y sus hombres se han dedicado a
masacrar todo lo que se les pone en su camino.
Como elemento distintivo para marcarle como hombre de confianza,
Argulf ha recibido unas cadenas del metal rojo de Datring, símbolo de su
estatus y poder dentro del ejército ogro.
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