Venido de más allá de los territorios ogros, donde echan
a los pequeños a los tullidos para que sean devorados por las bestias sin
nombre de las montañas, Garra Sangrienta sobrevivió a la experiencia.
Y no volvió entre los suyos como un simple ogro, lo hizo
como una gargantúa, un ser que se ha alimentado de los suyos para sobrevivir, y
que es más bestia que ogro.
Por si fuera poco, recibió una serie de heridas en los
ojos que le han dejado ciego, cosa que, curiosamente, no le ha hecho ser peor
luchador, más bien al contrario.
Datring sabe que uno de éstos seres puede ser vital en
el devenir de una batalla, apareciendo por donde menos se lo espera el enemigo
y manteniendo a ralla de decenas de rivales simplemente con su ferocidad. Así
pues, le alimenta y le permite ciertas licencias con tal de mantenerle en forma
para cuando sea necesario que entre en combate.
A cambio, Garra Sangrienta se ha convertido en un leal
seguidor de su comandante, y hará todo lo que esté en su mano para seguir
luchando por él y no tener que volver a las cuevas donde nunca sabía cuándo
podría volver a llevarse algo al estómago.
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