Al fin, han sido unos años de
espera que se han hecho muy largos, pero al fin volvemos a tener por aquí un
tomo nuevo de Vagabond. No me meteré en las circunstancias que han llevado a un
retraso tan largo, pero el caso es que ya lo tenemos aquí.
Para los nuevos en el blog
deberíais saber que considero a Inoue uno de los mayores genios de la historia
del manga, capaz de hacer cosas tan divertidas y buenas como Slam Dunk y luego
pasar a obras de arte visuales como es éste Vagabond.
Sí, si por algo destaca Vagabond
es por su soberbia calidad visual y su peculiar ritmo y forma de contar las
cosas.
Y éste tomo no es una
excepción: cada viñeta es un gustazo para los sentidos, mientras que el ritmo
es algo desigual, con trozos de relax seguidos de momentos que podrían ser casi
un día a día de la vida del samurái. Sin prisa por llegar al prometido clímax
de la obra, éstas cosas llevan su tiempo y creo que será una obra para leer de
una sentada y disfrutar al completo cuando esté acabada.
El tomo es lo habitual en la
serie, con protagonismo para los dos antagonistas (aunque aún no lo sepan) y un
tipo de manga que no gustará a los que no hayan gustado los anteriores y
encantará a los fans.
Vagabond es distinto: o te
aburre o lo amas. Y a mí me encanta.
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