La película de Godzilla de
2014 no es sino un reboot en toda regla de la franquicia de monstruos japonesa,
un reboot bastante pegado en el tiempo con ese que protagonizó Jean Renau y que
tan flojillo era.
En ésta ocasión la excusa para
ver al monstruo gigante pegándose con otra cosa no menos espectacular es la
siguiente: hace unos años (hay un flashback previo, pero lo obviaremos) en una
central nuclear japonesa algo salió muy mal, acabando con la vida de un buen puñado
de personas. Entre éstas personas estaba la madre del protagonista, una mujer a
la que su propio marido tuvo que dejar aislada para que muriera.
Tan traumático incidente tiene
al hombre (Bryan Cranston) totalmente obsesionado con lo que pudo suceder ese
día, teniendo la idea peregrina de que hay algo vivo allí, a lo que ha
consagrado toda su vida desde el incidente.
Y evidentemente habrá algo, un
ser descomunal y destructivo que se alimenta de la radiación, un ser que
parecerá ir a donde el protagonista va (o al revés) y que causará una
destrucción sin precedentes entre algunas ciudades humanas.
Desgraciadamente para el
hombre parece que nada es capaz de acabar con el monstruo, excepto quizá otro
monstruo que surgirá de las profundidades marines a modo de protector de la
humanidad: Godzilla.
Para ser una película de
acción/destrucción con monstruos gigantes lo primero que llama la atención es
la de tiempo que se pasan para mostrarnos tanto la situación familiar del
protagonista como el “origen” del monstruo destructor; son escenas que están la
mar de bien y le dan cierto misterio al asunto, pero que en una película que se
llama Godzilla igual no eran del todo necesarias.
Es cuando empieza la acción
que la película se muestra en todo su esplendor: una superproducción que no ha
escatimado en medios para mostrar a los monstruos, las explosiones, las hostias
como panes… de esas que entran por los ojos y demuestran que a día de hoy no
hay nada que no pueda hacerse en cine con un ordenador y dinero.
La lástima es que se vuelca
demasiado en esos efectos especiales, con una trama un tanto ridícula, efectos
que ya hemos visto en producciones anteriores (Pacific Rim, por ejemplo) y que
cada vez impresionan menos por sí mismos.
En conjunto es un blockbuster
palomitero muy decente, de desconectar y ver algo sin ningún tipo de
complicación; una película digna de llevar el nombre del monstruo y que dejará
satisfechos a los que sepan lo que van a ver. Los que busquéis cierta
profundidad no hace falta que os acerquéis a la película: no la tiene.
Valoración Personal: 6.
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