Ha pasado bastante desde que
tuve el placer de acabarme el tercer tomo gigante de los Muertos Vivientes,
pero parece que me he portado bien porque los reyes me han traído el siguiente
tomo, que os iré comentando dividiéndolo en los tomos más delgados que lo
componen.
Éste volumen llama mucho la
atención porque lo estás leyendo y tienes una sensación distinta de lo visto
hasta el momento: las cosas están calmadas, el grupo está unido, pero no dejas
de tener la mosca detrás de la oreja. El motivo? La comunidad de Alejandría es
demasiado tranquila, y a veces hasta te preguntas cómo lo han hecho para
sobrevivir ajenos a lo que sucede más allá de sus muros.
Es ésta tranquilidad la que
hace que la comunidad no vea cosas evidentes, cosas que Rick sí que ve
enseguida y que hacen que por momentos de la sensación de que se le ha acabado
de ir la cabeza.
Lo mejor del tomo es el tiempo
que se toma para que los personajes se relajen, vean lo que podría ser una vida
similar a la que tenían antes y reaccionen en consecuencia (unos haciéndose
líderes de un pelotón de trabajo, otros empezando a negar ciertas evidencias,
etc…)
Al contrario que en otras
colecciones en las que la calma antes de la tormenta se hace pesada, en ésta
ocasión es un bienvenido oasis entre tanta muerte, algo que sabemos que no
durará demasiado pero que ya venía apeteciendo.
Como siempre, los Muertos
Vivientes cumplen estupendamente con lo que prometen y nos siguen enseñando la
supervivencia en éste mundo que se ha ido a la mierda.
Termino ya diciendo que me he
acostumbrado al dibujo, me sigue pareciendo normalito y mucho peor que el de
los primeros números pero para una serie tan sucia como ésta no le va mal del
todo.
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