Hacía meses que no me acercaba
a un tomo de Saint Seiya, así que se me han ido acumulando con el tiempo. No
tengo claro si me pondré a leerlos del tirón o iré a mi ritmo, pero el caso es
que he recuperado una de mis series de la infancia y hoy comentaré el tomo 14
de la misma.
Lo primero que me ha
sorprendido de éste tomo es el ritmo que tiene y lo rápido que se lee, recuerdo
que los primeros tomos de ésta colección se me hicieron farragosos, pero en 14
la acción transcurre rápido, quizá por tratarse de un final de saga.
El argumento sigue girando en
torno a lo apurados que van los caballeros para rescatar a Atenea de las garras
de Poseidón, aunque aquí poco más tenemos además del combate (por llamarle
algo) con el Dios y alguna que otra revelación sobre su despertar, además de
mencionar la existencia de otro con el que Atenea parece pegarse regularmente.
Las resoluciones son tópicas
hasta la náusea, con personajes sacrificándose uno tras otro para que el
protagonista pueda dar ese golpe que les salve a todos. E incluso sabiendo lo
que pasará, habiéndolo leído ya varias veces en ésta misma serie y teniendo
frases muy poco afortunadas, el resultado final sigue desprendiendo cierta
magia que hace que disfrutes con éste topicazo.
Porque sí, porque me lo he
pasado bien leyéndome éste tomo y porque he recordado por qué tengo tantas
figuras de caballeros del zodiaco en casa de cuando era pequeño. Nostalgia pura
que no sé cómo aguantará los ojos de los lectores menos talluditos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario