Si la saga anterior me pareció
lo mejor de la Espada del Inmortal (a la espera de ver cómo termina) y una
historia cerrada y que se sostenía por sí misma, ha sido terminarla y empezar
con tres tomos de pausa para recolocar a los personajes.
Porque eso tenemos aquí, tres
tomos que nos vuelven a poner a los personajes (y grupos) en marcha, con la
particularidad que aparece un grupo nuevo en sustitución del mugai ryu que hace
que se líe todo un poco.
Ésta parte de la historia es
necesario leérsela de seguido, porque por la aparición de éste grupo nuevo con
éstos personajes puede que nos desorientemos. Y es una lástima, porque no deja
de ser otro grupo dirigido por Habaki para acabar con el ito ryu.
Creo que la mayor parte de
éstos tres tomos son más flojos que lo que veníamos viendo, pero por suerte el
autor ya ha crecido como tal, e incluso aquí es capaz de regalarnos momentos
geniales (como aquel en el que van al dojo que frecuentaba antes el itu ryu, la
reaparición de Shiba, el momento de Habaki con su mujer e hijo, su hijastra, la
conversación entre Rin y Anotsu…) son un buen puñado de momentos que aderezan
ésta parte de la historia y que nos hacen mantener el interés.
Respecto a lo que considero el
final de ésta etapa, el asalto al castillo de Edo por parte de cuatro personajes…
me parece una maravilla visual y muy bien narrado, pero que argumentalmente es
difícil que se sostenga, un capricho, sin más.
Parecerá que estos tres tomos
son malos, al revés, son notables. Pero viniendo de una saga tan genial como la
anterior sí que es verdad que saben a poco. Un balón de oxígeno ante de encarar
la recta final, que ya sólo faltan siete tomos para terminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario