Poco a poco nos alejamos del
ecuador de éste manga y vamos acercándonos a su recta final (19 tomos
kanzenban), y al menos yo lo hago con la sensación de estar ante un manga que
vive de nostalgia pero que sigue teniendo algo de la magia que me fascinaba cuando
era pequeño.
Sí, al fin tenemos un ligero
avance en la trama, con la aparición de la madre de Ranma y la promesa que le
hizo su marido, lo que hace que todos estos capítulos tengan un aire similar.
Es agradable ver a un personaje nuevo y con tanto impacto, aunque se lo quiten
de encima con celeridad.
Por lo demás tenemos lo de
siempre: competiciones absurdas, indefinición total en los sentimientos de los
protagonistas, técnicas risibles totalmente, y, por lo general, entretenimiento
cómico sin complicaciones. Nada nuevo bajo el sol.
A éstas alturas es evidente
que no va a cambiar nada, pero se echa de menos algún revulsivo o simplemente
un ligero cambio en el tono del humor o enfocarlo de otra forma. Hoy por hoy me
parece una obra imposible de leer del tirón (hartazgo total) pero que, en
cambio, sí que se deja leer bastante bien poco a poco, un capítulo cada día o
un tomo al mes.
A ver qué nos traen los tomos
que quedan, aunque mucho me temo que seguirá todo igual que hasta ahora.
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