Los tres tomillos que componen
ésta saga ya tienen algo más chicha que los anteriores, en éstos tenemos desde
ver cómo la madre de Kanna es la responsable del virus (junto a un tal Yamane),
vamos viendo cómo poco a poco las pistas sobre la identidad de amigo confluyen
en la revelación de la misma (junto con su muerte) o la reaparición de Maruo (con
una nueva apariencia que le hace más carismático).
El ritmo de ésta trama es un
crescendo continuo hasta el momento del disparo sobre amigo, un ir viendo cómo
las piezas encajan una sobre otra para mostrarnos un clímax que bien podría ser
el final de la obra (aunque hubiera sido un tanto chusquero), pero que por
suerte sólo activa la siguiente parte de la trama.
Como siempre tenemos las
tramas dentro de tramas, esos capítulos protagonizados por personajes un tanto
menores (al menos hasta ese momento) que nos dan una visión más amplia de lo
que está sucediendo, con puntos de vista distintos e historias más cerradas,
capítulos que aportan calidad y fondo a la obra.
Creo que es en la mezcla de
esos capítulos con los de trama (en los que enseña un poco pero no te lo acaba
de mostrar casi nunca) donde Urasawa es un maestro, en crear tensión sin
mostrar nada, en tenerte la sorpresa en una mano y pasar a la otra… un
auténtico maestro del thriller en papel.
Vamos, que ésta saga me ha
gustado y deja con ganas de saber por dónde puede ir la obra en el futuro más
inmediato.
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