Llega el final de una de esas
series que acabas pensando que no terminarán nunca, Castle llega a su fin con
ocho temporadas a sus espaldas y aparentemente por temas económicos (vamos, que
la actriz coprotagonista pedía demasiado dinero).
En ésta octava temporada
volvemos a tener de fondo una conspiración que tiene algo que ver con el pasado
de Becket, pero es apenas una excusa para cambiar un poquito el status quo
entre los dos protagonistas y no tenerlos tan felices.
Los capítulos en sí siguen la
estela de lo visto en temporadas anteriores: asesinatos, investigación y
resolución aderezados por el humor y el carisma de sus personajes. Nada nuevo
en una serie de ocho temporadas (lo normal) y lo bueno es que sigue funcionando
igual de bien.
Quizá es verdad que hay
ciertos síntomas de cansancio y no tenemos más que un par de capítulos de los “distintos”
que suben la media de la temporada, pero el resultado global es lo
suficientemente bueno como para que los fans traguemos y nos quedemos con ganas
de más.
Personalmente creo que no le
hubiera venido mal tener una novena temporada de despedida en lugar de una
escena que evidentemente se rodó deprisa y mal (los últimos minutos del último
capítulo) para no dejar ese cliffhanger…
Pero bueno, esto es lo que hay
y hay que agradecer la ingente cantidad de horas de diversión que nos han
proporcionado Castle y los suyos. Un procedimental para (casi) toda la familia
que raro es aquél que no encuentra su sitio viendo ésta serie. Imprescindible?
No. Pero si pillas un capítulo empezando te quedarás a verla.
Y sí, en unos años haré un
revisionado. Seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario