Pasado ya el ecuador de 20th
Century Boys nos adentramos en el tomo 14 de la obra, un tomo que se me antoja
de transición, en el que aunque nos volvamos a meter en la atracción virtual y
el autor sepa meter una tensión importante, al final no dejamos de revisitar
una escena que ya conocemos (la de la clase de ciencias) desde un nuevo punto
de vista.
Además, y quizá lo mejor del
tomo, tenemos la reaparición de amigo, ese hombre que no estaba muerto, que
estaba de parranda. Es una reaparición light, para que el lector sepa que sigue
dando por saco y se vaya preparando para lo que puede estar por venir, que no
es otra cosa que el vaticinado final de la llamada era cristiana (aunque no lo
veremos en éste tomo).
Lo dicho, tomo de transición
sin demasiado avance en la trama, pero que gracias al buen hacer del hombre que
lleva los lápices consigue enganchar. Porque si algo tiene Urasawa es la
capacidad de enganchar al personal incluso cuando sus obras no avanzan o decide
tomarse su tiempo para ir creando tensión.
Luego tenemos el tomo quince,
un tomo en el que ya van pasando más cosas, como el ver el plan de amigo (que
ya iba tocando), y cómo el Papa (al que conoceremos algo más gracias a un
flashback) está relacionado con el mismo.
Un tomo que nos desvela ya de
una vez gran parte de las profecías del segundo libro (el que escribió amigo) y
nos presenta lo que puede ser el fin del mundo. Y encima acaba con la
Resurrección “oficial” del malo de ésta serie.
Sigue siendo un tomo
interesante, con más chicha que el anterior y en el que al fin vemos cómo todo
lo que ha ido planeando fructifica. No sabemos (aun) las consecuencias que
puede tener el que le hayan salido bien las cosas, pero el final de éste tomo
marca un punto de inflexión en la obra bastante chulo y nos promete un nuevo
salto temporal en el siguiente.
Dos tomos interesantes,
siempre girando en torno a la figura de amigo y su plan, que llegan a un clímax
que puede no cumplir del todo las expectativas. Ya veremos las consecuencias.
Eso sí, tensión y enganche al
nivel habitual.
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