Tarantino
es un creador bastante peculiar, tiene una forma de entender el cine que adoras
y odias, y raramente deja indiferente al que ve sus películas. Pues bien, yo
era de los pocos que no disfrutaba con su cine, me aburría bastante y lo veía
falto de sustancia. Pero seguí viendo sus películas.
Así,
los malditos bastardos fue la primera película en la que aprecié la maestría de
éste buen hombre para rodar escenas y encadenarlas en algo que, pese a tener un
guion bastante flojo, acaba por dar un impacto al espectador.
Con
Django me pasé a su bando, una película que me gusta mucho y que aprovecha todo
lo que hace bien Tarantino para contar una historia.
Los
odiosos ocho es una película 100% Tarantino, de esas que se cocinan a fuego
lento gracias a unas pocas escenas seleccionadas y que acaban con una explosión
de casquería digna del más sediento.
La
historia nos devuelve al oeste americano, donde dos cazarecompensas se
encuentran en plena nevada (cada uno con sus presas) y acaban en una pequeña
posada, allí se encontrarán a un puñado más de personajes, y entre todos
viviremos una historia distinta, contada como si fuera un thriller.
El
argumento es sencillo, contado en una serie de actos que dividen la película.
En él iremos viendo cómo una trama se despliega ante nosotros, una excusa para
lo que mejor sabe hacer: escenas.
Unas
escenas rodadas a la perfección, con diálogos ingeniosos, música perfectamente
elegida y unos actores que disfrutan con sus papeles (y se les nota). Cada una
de ellas funciona por sí misma, y al juntarlas obtenemos un todo mejor que la
suma de sus partes.
Personalmente
creo que el talento de Tarantino funciona mejor cuando se acerca al western;
ésta ambientación que tanto le gusta le viene como anillo al dedo para contar
sus historias y encajar a sus particulares personajes.
Es
una película bonita de ver pese a que cuente con apenas dos escenarios. Unos efectos
especiales fáciles (la casquería nunca ha sido complicada) y un vestuario que
está bien pero tampoco destaca demasiado. Lo que sí engancha es la forma de
rodarla, la tensión en cada diálogo y en cada escena, el saber que en cualquier
momento saltará la violencia.
Lo
mejor que puedo decir de ella es que en las casi tres horas no me he aburrido
en ningún momento, un mérito incuestionable. Y si a eso le sumamos que el guion
está bien hilado, las escenas se salen y los actores son totalmente creíbles…
acabamos por tener un western distinto, que encantará a los fans del director y
que probablemente siga sin gustar a sus detractores. Los que estéis en medio
dadle una oportunidad, estoy convencido de que la disfrutaréis.
Valoración Personal: 8.
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