Hoy toca One Piece, el manga
más longevo de cuantos pueblan mis estanterías (y no parece que vaya a terminar
pronto) y uno con los que más disfruto durante su lectura.
Éste tomo (el setenta y ocho)
que nos ocupa hoy es el típico tomo que hace Oda antes de centrarse en
la
acción final de una saga. Así, empezamos con el final del flashback de
Trafalgar, uno emotivo como pocos y que nos hace comprender un poco mejor tanto
a éste personaje como al enemigo.
Y luego lo de siempre:
combates y más combates entre las filas de los que estaban en la isla y los
partidarios de Doflamingo. Son combates que podrían sentirse como de relleno,
pero entre que duran poco y la facilidad que tiene Eichiro Oda para mantener el
interés y crear personajes carismáticos, acabas por vivir la acción como en
pocas obras.
Creo que vale la pena reiterar
una cosa de éste manga: One Piece no es un manga ligero de leer pese a que sea
un shonen. Aquí tendréis texto a cascoporro y unas viñetas tan llenas de
detalles y personajes que te obligan a detenerte para pillar todas las coñas en
segundo plano que mete el autor. Si os digo que es de los pocos mangas que no
me leo de una sentada os lo digo todo.
Personalmente opino que con
One Piece se ha tocado techo (al menos de momento) con lo que un buen shonen de
aventuras debería ser, y mientras Oda siga en forma no habrá manera de dejar de
disfrutar de su manga aunque sea con tomos más intermedios.
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