Y sigue Billy Bat sin prisa
pero sin pausa, esa obra que desde el primer número me ha tenido
enganchado y que, aun ahora, a falta de tres números para el final, sigo sin saber si es una auténtica obra maestra o un bluff descomunal.
enganchado y que, aun ahora, a falta de tres números para el final, sigo sin saber si es una auténtica obra maestra o un bluff descomunal.
Éste tomo gira en torno a lo
que se nos viene avisando desde hace tiempo: lo sucedido en el 11S. Son unas
imágenes bastante duras de leer, incluso pasados tantos años desde entonces, y
la osadía del autor de mezclar sucesos tan recientes con su ficción es digna de
admirar.
El tono del número es el
habitual: misterios por todos lados, en ésta ocasión sobre cuáles son las
auténticas motivaciones del dibujante actual de Billy, así como el paradero de
Kevin Yamagata. Con ello tenemos mezcladas varias tramas más, los finales de
algunos personajes que llevaban tiempo con nosotros y la vuelta a primer plano
de algunos cuasi olvidados.
Tengo la sensación de que
Urasawa ha empezado a atar los hilos, pero también tengo la sensación de que es
un manga que se beneficiará muchísimo de una segunda lectura, sabiendo lo que
sucederá, incluso de una tercera intentando discernir cuándo es el murciélago
bueno y cuando el malo.
Así, nos queda un manga
complejo, con varias líneas temporales contadas de forma no secuencial, con un
salto tras otro mientras el “presente” de la obra no deja de avanzar.
Ya veremos qué tal los tres
últimos, pero hasta aquí lo he disfrutado mucho.
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