Una vez terminado mi repaso a
Rave, con sus 35 tomos de puro shonen, mi idea era cambiar a una obra más
asumible, algo cortito y más adulto. Así, mirando por la estantería y
recordando lecturas satisfactorias la cosa acabó entre Bateador y la Cumbre de
los Dioses, dos obras de 10 con planteamientos y desarrollos muy distintos. La
elegida? La obra de Taniguchi, básicamente por tener una extensión menor (sí,
soy así de simple).
En el primer volumen de la
Cumbre de los Dioses veremos cómo un fotógrafo, tras una expedición fallida al
Everest encuentra una vieja cámara de fotos, cámara que pudo haber pertenecido
al fotógrafo que acompañó a dos grandes mitos del alpinismo cuando
desaparecieron subiendo el Everest. Tirando del hilo sobre la autenticidad de
la cámara acabará encontrándose a un montañero japonés, un hombre desaparecido
durante años y del que querrá saber más.
Durante las casi trescientas
páginas de éste volumen veremos cómo el interés del fotógrafo se va
convirtiendo poco a poco en una obsesión, investigando el pasado del montañero
y descubriéndonos un personaje carismático y una historia que nos atrapará
igual que a él.
El tomo es una auténtica
delicia, uno de esos que destilan pasión por los cuatro costados y que acerca
al lector de forma apasionante al mundo del alpinismo, y todo mediante una figura
magnética, una historia muy bien contada y una sensación constante de querer
seguir leyendo para saber más.
Como introducción a la obra
(son cinco tomos en total) funciona de lujo, y no creo que haya nadie que se
acerque a éste volumen y no se haga con el siguiente.
De las obras imprescindibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario