Con éste tomo cae la decena y
tenemos un segundo día consecutivo de obras imprescindibles. Sí, me atrevo a
comprar Vinland Saga con la Cumbre de los Dioses, cada una en su género me
parecen obras de auténtica referencia, y no tengo claro hasta dónde llegará
Vinland Saga en los próximos tiempos.
El tomo que nos ocupa se
centra en lo dura que era le vida del campesino, y más si ese campesino era
esclavo. Así, veremos a nuestro protagonista y su amigo aprender juntos lo que
hay que hacer, siempre en una hacienda dirigida por un buen hombre pero con la
amenaza de fondo de la violencia.
La evolución de ese guerrero
sangriento a algo distinto se completa aquí, al fin deja el vacío que le venía
acompañando, y lo hace en una transformación que se siente natural.
Me parece increíble cómo un
tomo de un par de esclavos que cuidan del campo me ha enganchado tanto, un
ejercicio impresionante de saber hacer que mezcla el medir bien el ritmo, la
excelencia en el dibujo y un desarrollo de personajes ejemplar.
Diez tomos como diez soles a
sus espaldas, supongo que la calidad también se debe a que es una obra con más
tiempo entre capítulo y capítulo que el shonen/seinen típico. Aquí lleva el
autor 18 tomos en 13 años, algo que se nota en la calidad pero que desesperará
en cuando se coja el ritmo japonés.
A comprarlo. Tal cual.
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