Hacía un tiempecillo que
Hellblazer no se pasaba por el blog, y es que hacerse con ésta colección no me
está resultando sencillo (es cara de cojones), así que me hago con un volumen cada
vez que puedo o cuando llevo demasiado tiempo sin acercarme a ella (o cuando me
cae de regalo).
Éste tomo nos trae el final de
la etapa de Mike Carey en la colección, 17 números más un par de especiales que
cierran una época (principios de los 2000) bastante longeva y fructífera.
Debo ser sincero y decir que
no recuerdo casi nada de lo sucedido en el primer tomo de Carey, pero éste
segundo me ha encantado. Puede que no sea el mejor autor de Hellblazer (ya no
sé qué es de quién), pero sin lugar a dudas es uno de los que tiene una etapa
más cohesionada, de esas que dan la sensación de estar leyendo una historia
larga y no multitud de pequeñitas.
La trama de su etapa gira en
torno a la posibilidad de que en una especie de universos paralelos Constantine
tuviera tres hijos, hijos que, junto a su madre, están dispuestos a hacerle la
vida imposible al brujo acabando con todos aquellos que le han conocido o por
los que siente aprecio.
Es una buena etapa no sólo por
la continuidad de su historia, sino por la calidad de la misma. Aquí se ven
envueltos muchos de los elementos básicos de la mitología Constantine y cierra
el círculo con varios de los personajes secundarios. Además, los hijos tienen
cierto carisma y la resolución está muy bien llevada. Si incluso se permite
ahondar en la mierda que es el cerebro del protagonista!
La única pega que le pongo es
que se debe tener cierto background con el personaje con tal de poder disfrutar
en condiciones de la etapa, es normal, estamos pasado el número 200; pero no
tengo claro si sería un buen lugar por el que engancharse. Lo que sí tengo
claro es que si habéis leído alguna otra etapa, ésta puede ser una estupenda
continuación.
A ver qué me toca con el
siguiente guionista, pero con Carey estoy contentísimo.
PD: Que no se me olvide comentar que el baile de dibujantes con
Carey es menor al habitual, con tres permanentes que van “rotando” se le da una
mayor cohesión visual al conjunto que se agradece.
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