Una de las series originales
de Netflix que más me había gustado era, sin lugar a dudas, House of Cards. Una
serie sobre la política y lo que algunas personas son capaces de hacer que
tenía al frente a un Kevin Spacey en estado de gracia y a una Robin Wright que
no le andaba a la zaga.
A lo largo de cinco temporadas
ésta pareja sostuvo una serie con algunos altibajos, pero con una calidad media
fuera de toda duda.
Pues bien, Kevin Spacey fue
acusado de un buen puñado de escándalos sexuales (cuyas primeras sentencias le
declaran no culpable) y el escándalo salpicó a la serie, hasta el punto de
desechar todo el metraje y los guiones que tenían ya hechos, echar a Spacey y
hacer recaer el peso de la serie sobre Robin Wright.
No diré que ella lo haga mal,
al contrario, consigue mantener la serie en momentos en los que apagarías la
tele, pero se nota muchísimo el apresuramiento, el haber tenido que cambiar de
rumbo y el no tener muy claro lo que se está haciendo.
Voy a ser muy claro: ésta
temporada ha tenido capítulos que me han aburrido soberanamente. Capítulos que
tenían un final bueno, pero que te tenían durante casi una hora totalmente
fuera de la acción. Y es una pena, porque los temas que toca, las tramas, los
personajes... todo está a un nivel bastante bueno, pero el conjunto da como
resultado una serie mucho peor que lo que habíamos visto en temporadas
anteriores.
Y el final? No lo comentaré,
simplemente os diré que me parece realmente malo, y más teniendo en cuenta que
no habrá una séptima temporada, que todo termina así. Una pena, porque el
broche a una buena serie no ha estado a la altura. Casi hubiera preferido que se
quedara todo como terminó en la temporada anterior y que ésta no hubiera
existido nunca, así de claro.
Y repito, es una pena, porque
mimbres había para sacarlo todo adelante, pero no se supo hacer.
Valoración media imdb: 4,09.
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