Sin apenas descanso desde la
llegada de la segunda temporada a Netflix nos llegaba la tercera entrega de Cobra
Kai, uno de los éxitos más inesperados de los últimos años en la ficción
televisiva, y es que, quién iba a pensar que un revival de Karate Kit con los
actores creciditos funcionaría tan bien?
En fin, que después de una
excelente primera temporada teníamos una segunda en la que los actores adultos
daban un ligero paso al lado, con mayor protagonismo de unos chavales bastante
desubicados.
Y con esto quiero decir que
la segunda temporada, pese a gustarme, no me enganchó tanto como la primera, en
la que ya sólo el personaje de Lawrence sostenía la serie.
Ésta tercera entrega arranca
tras el traumático suceso del final de la segunda, algo que se arrastra un poco
durante ésta temporada y que sirve de motor para la misma: un chaval quedó
inválido (por poco tiempo) y la mala hostia de los discípulos de Kobra Kai está
a punto de salirse de la escala (es lo que tiene ese Sensei).
En ésta entrega tenemos el
avance de esas rivalidades, el ver cómo van cayendo un poco en la locura y cómo
todo se nos orienta hacia una cuarta temporada donde debería saltar todo por
los aires (y terminar).
Ésta temporada debo decir que
me ha gustado más que la anterior, quizá por esa recuperación en el
protagonismo de los adultos, los mejores actores y los que tienen tramas más
interesantes: la vuelta de una ex, el viaje a Japón, el reconocer que se ha
hecho mal, etc… hasta el punto final.
Por la parte de los chavales
sigo pensando que la mayoría son actores bastante malos, y que sus tramas son
cuanto menos absurdas (a la mayoría hay un momento que deberían haberlos
puestos en un centro de menores), pero bueno, molestan menos y apoyan a las de
los adultos.
Resumiendo: sigue siendo un
producto nostálgico (cuando mejor funciona) ligeramente lastrado por unos
chavales que no tienen el carisma de sus mayores, por mucho que lo intenten. A
ver qué tal la cuarta entrega, si serán capaces de matar a ésta inesperada
gallina de los huevos de oro (y que les tiene que costar dos duros producir).
Por mí, que hagan el torneo y terminen.