Como ya hice con Slam Dunk, la
reorganización de mis estanterías me está llevando a releer algunas cosillas
antes de guardarlas, y éste ha sido el caso de Bakuman, una serie de los
creadores de Death Note cuya calidad no desmerece para nada a la obra referenciada,
más bien me parece más redonda.
Hoy comentaré los cuatro
primeros tomos, justo hasta que el dúo protagonista consigue una serie regular
en la Shonen Jump.
La historia nos cuenta cómo
dos compañeros de clase deciden unirse como dúo creativo con tal de llegar a
ser mangakas profesionales. Un sueño a priori imposible pero que se complica un
poco más si cabe cuando el dibujante del dúo promete con una compañera de clase
que cuando ambos alcancen el éxito se casarán.
Ésta rocambolesca historia
(tienen 15 años al empezar la trama) sirve en un inicio como gancho para que
les cojamos cariño a los protagonistas, además de ser el ancla de la trama a lo
largo de los 20 tomos que dura la obra.
Es una obra sobre la creación
de manga, el funcionamiento editorial de la Jump, las complicaciones de
conseguir una serie, las rivalidades, las amistades, todo lo que puede rodear
la vida de dos adolescentes que quieren cumplir un sueño más bien complicado.
Poquito a poquito nos iremos
metiendo en ese mundo sufriendo con ellos cuando se presentan a algún concurso
o viéndolos crecer (pasa algo más de un año de su vida en éstos cuatro tomos) y
afrontar cosas que normalmente vienen en etapas más adultas.
Ésta primera saga sirve
también para presentar al resto de autores que rivalizarán con los
protagonistas durante la obra, sus virtudes y defectos, sus editores, sus
estilos de dibujo… llevar a shonen manga un área a priori tan poco interesante
como la del mangaka, pero que gracias a la habilidad de sus dos autores resulta
que se convierte en un manga imprescindible.
La suma de dibujo más guion da
como resultado una primera saga muy interesante, que te mantiene enganchado
como pocos manga lo hacen y en la que empatizas con los personajes enseguida.
Un manga grandioso que peca en ocasiones de un exceso de texto (bueno, exceso
hay siempre), algo que hace que todos los tomos cundan una barbaridad pero que
puede tirar para atrás a los que busquen algo más ágil.
Como podréis imaginar a mí me
encanta, y en ésta tercera lectura lo estoy disfrutando más si cabe que en las
dos anteriores.
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