Empiezo el quinto tomo gigante
de Los Muertos Vivientes con ciertas expectativas. El cuarto acabó un poquito
abajo (se entiende que con poca acción y sin un horizonte claro), así que
sabiendo que en éste entraría el famoso Negan, no podían menos que tenerle
ganas.
Y no defrauda.
Rick y los suyos parece que ya
se han hecho con la brutalidad que impera en el mundo, son unos tipos duros que
no temen a los zombis y preparados para lidiar con cualquier amenaza humana. O
al menos eso creen ellos.
En éste decimoséptimo número
de la serie vemos a Alejandría como un lugar codiciado, un lugar que Rick y los
suyos han tomado como propio pero que la gente de Negan parece querer. Les
vemos empezar el número confiados, intentando encontrar algo de apoyo para
hacer frente a la banda que les amenaza.
Hasta que aparece Negan. Un
villano en condiciones con una presentación bastante salvaje y con una
demostración de fuerza apabullante. Le demuestra a Rick que su grupo no es nada
por comparación, algo que le hace empezar a plantearse qué puede hacer.
Es un número que recupera el
tono narrativo y de tensión de la serie. Nos da una patada en el estómago con
una ejecución bastante animal y luego nos identificamos con Rick al no ver una
salida inmediata a la situación en que se encuentra. Como inicio de una nueva
etapa me parece inmejorable, incluso comparándola con la del Gobernador. Un
puñetazo en la mesa para demostrar que aún hay muchas cosas que contar y muchos
obstáculos que superar para seguir adelante.
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