A veces uno se guía por las
buenas opiniones o la presencia de algún actor en particular. En éste caso
parecía que me iba a encontrar con un drama de época protagonizado por Daniel
Day-Lewis, así que la cosa prometía.
La película nos lleva a la
vida de un modisto de éxito de los años 50, alguien que parece vivir por y para
los vestidos que confecciona, siendo todo lo demás bastante secundario.
En éstas que el buen hombre
encuentra a una nueva musa, y la relación entre ambos será el eje que dirija a
la película hasta el final.
No quiero entrar ni en la
naturaleza de la relación, ni en la personalidad de los protagonistas, ni en el
personaje de la hermana... me parece que decir algo más de ésta película es un
spoiler, así que el argumento lo dejaré hasta aquí. Y no porque sea
especialmente fascinante, es que para poco que hay mejor que lo veáis vosotros.
Los personajes están bien
interpretados, te los crees en sus tics, manías y obsesiones, siendo éstas interpretaciones
lo mejor de la película de lejos.
Con un ritmo algo cansino, no
estamos ante un frenetismo de acción (algo que tampoco esperaba) pero es que tampoco
consigue enganchar con su propuesta, algo más lenta y reflexiva, que únicamente
sirve para los actores, porque la trama no consigue enganchar en prácticamente
ningún momento.
Buena puesta en escena, banda
sonora... algo que no consigue levantar un producto aburrido, lejos de dramas
de época con ritmos similares, básicamente porque, en mi caso, no consiguió
mantener el interés durante la película, desconectando muchísimas veces y
acabando de verla únicamente para poder escribir la reseña con conocimiento de
causa.
Es de esas películas con las
que no conectas, que ves buenos valores de producción, buenas actuaciones...
pero simplemente no están hechas para ti, les falta el gancho que te mantenga
en la película.
Así que podéis imaginaros que
no os la recomendaré, hay dramas de época mucho mejores que éste.
Valoración Personal: 4.
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