Ésta mañana antes de venir a trabajar he dejado tostando el dvd con la última serie anime que he acabado: ni más ni menos que Midori no Hibi. Descubrí ésta serie a través de su manga (del que no hablo porque no he leído completo), en una de esas mañanas de aburrimiento absoluto en las que no sabes que hacer.
Tras un par de tomos, la serie me tenía enganchado (que queréis, soy influenciable...) y me decidí a ver el anime, y quizá, algún día, acabar comprando el manga (editado en España por Ivrea).
Bajé los 13 capítulos de los que consta la serie (podéis encontrarla en el Rincón del Manga). Me apetecía ver una serie cortita, sobretodo después de Prince of Tennis; y me pareció la candidata perfecta.
El dibujo es fiel al manga, y la historia por lo que he visto también (aunque me han dicho que se salta muchos trozos); la música está bien, y la animación es decente y bastante regular.
La serie en sí tiene un argumento original para una serie de situaciones repetidas en muchas otras series. El prota (Sawamura) es el típico macarra de instituto, que no deja de meterse en broncas y de recibir calabazas (de las chicas). Parece que nada cambiará en su vida hasta que, un día, al despertarse descubre que su mano derecha ha desaparecido, y en su lugar hay una chica (a tamaño mano). La chica se presenta como Midori, y le confiesa que siempre ha estado enamorada de él.
A partir de aquí, la serie va mostrando enredos al más puro estilo comedia romántica, hasta llegar a su inevitable final (spoiler, aunque previsible: la chica recupera su tamaño normal y empiezan a salir juntos). Durante los trece capítulos se nos muestra cómo va evolucionando la relación entre éstos dos; se ve el lado más tierno de Sawamura, y se conocen a un par o tres de secundarios (la hermana de Sawamura es la mejor) que poco tienen que aportar a la historia, pero que desvían la atención un poco.
En fin, una serie divertida (con algún que otro gag absurdo), con un planteamiento original, y que a poco que os gusten series como Chobits o Love Hina os gustará.
Tras un par de tomos, la serie me tenía enganchado (que queréis, soy influenciable...) y me decidí a ver el anime, y quizá, algún día, acabar comprando el manga (editado en España por Ivrea).
Bajé los 13 capítulos de los que consta la serie (podéis encontrarla en el Rincón del Manga). Me apetecía ver una serie cortita, sobretodo después de Prince of Tennis; y me pareció la candidata perfecta.
El dibujo es fiel al manga, y la historia por lo que he visto también (aunque me han dicho que se salta muchos trozos); la música está bien, y la animación es decente y bastante regular.
La serie en sí tiene un argumento original para una serie de situaciones repetidas en muchas otras series. El prota (Sawamura) es el típico macarra de instituto, que no deja de meterse en broncas y de recibir calabazas (de las chicas). Parece que nada cambiará en su vida hasta que, un día, al despertarse descubre que su mano derecha ha desaparecido, y en su lugar hay una chica (a tamaño mano). La chica se presenta como Midori, y le confiesa que siempre ha estado enamorada de él.
A partir de aquí, la serie va mostrando enredos al más puro estilo comedia romántica, hasta llegar a su inevitable final (spoiler, aunque previsible: la chica recupera su tamaño normal y empiezan a salir juntos). Durante los trece capítulos se nos muestra cómo va evolucionando la relación entre éstos dos; se ve el lado más tierno de Sawamura, y se conocen a un par o tres de secundarios (la hermana de Sawamura es la mejor) que poco tienen que aportar a la historia, pero que desvían la atención un poco.
En fin, una serie divertida (con algún que otro gag absurdo), con un planteamiento original, y que a poco que os gusten series como Chobits o Love Hina os gustará.
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