Como una sombra que se arrastra en las tinieblas sin ser vista ni oída, como un ángel oscuro que sólo lleva consigo el silencio absoluto, el Inquisidor Damien es un enigma incluso para la propia Iglesia.
Para contener sus capacidades ha encadenado su cuerpo a una camisa de fuerza repleta de runas de contención y ha sellado sus sentidos. No obstante sus ojos, aunque ciegos, perciben ahora más que los de ningún mortal han visto nunca, iluminados con la claridad de la oscuridad eterna…
Para contener sus capacidades ha encadenado su cuerpo a una camisa de fuerza repleta de runas de contención y ha sellado sus sentidos. No obstante sus ojos, aunque ciegos, perciben ahora más que los de ningún mortal han visto nunca, iluminados con la claridad de la oscuridad eterna…
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