En el tomo anterior
teníamos cómo se formaba el nuevo grupo de Naruto y Sakura, pues bien, en éste
ya llega el momento de mandarlos de misión, concretamente a hacerse pasar por
uno de los Akatsuki para conseguir capturar a Kabuto con vida.
Lo malo? Que aparece
Orochimaru y la cosa se desmadra, especialmente por parte de Naruto. El zorro
de nueve colas va tomando el control, y cada vez que se manifiesta lo hace con
más potencia, llegando incluso a anular la consciencia del protagonista,
haciendo que pueda incluso atacar a compañeros.
El combate entre un
Naruto descontrolado y Orochimaru es una genialidad. Acción por los cuatro
costados, bien dibujada, fácil de seguir y manteniendo la personalidad de cada
uno de los contendientes. Además, no se eterniza.
Y luego está la
esperable traición de Sai, puente entre el malo que nos presentaban en el tomo
anterior y el mismo Orochimaru.
Buen ritmo, un
cambio de tercio (aunque la recuperación de Sasuke sigue ahí) y una misión que
sigue cambiando ligeramente el tono de la obra. Se agradece el nuevo líder de
grupo y que no sea como Kakashi.
Me gusta, no me
entusiasma, pero sigue gustándome.
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