Que la imaginación
de Oda no tiene límites debería ser ya más que evidente, y en ésta saga (de Big
Mom) te salta a los ojos.
Una serie de islas
repletas de dulces (o hechas de dulces) parlantes la mayoría de ellos. Una
familia enorme, unos personajes desquiciados... y se hace evidente también que
desde la saga anterior (Do Flamingo) la cosa se ha puesto tremendamente seria,
de un nivel de poder en los enemigos que va subiendo de forma exponencial. Pero
eso ya llegará.
Tenemos aquí un tomo
tremendamente divertido, con personajes viviendo cada uno sus aventuras, con
presentación de malos y con lo que es para mí lo mejor: vemos parte del pasado
de Sanji, conocemos a su familia (que es para darles de comer aparte) y tenemos
la sensación de que la trama está a puntito de dar otro salto hacia delante.
Parece mentira la
cantidad de personajes con carisma que es capaz de sacarse de la chistera el
autor, pero el caso es que es un no parar. Algunos vuelven mucho después, otros
caen aparentemente en el olvido, pero raro es que tengamos a alguien que nos
deje indiferente.
En fin, gran manga,
un poco recargado para ser perfecto, pero tremendamente adicitivo.
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