Llegamos al último tomo de
Claymore y lo hacemos con cierta nostalgia por todo lo que hemos leído para
llegar hasta aquí. Ha sido una segunda lectura mucho más satisfactoria que la
primera, sabiendo
hacia dónde iba todo pero disfrutando del camino para llegar
hasta allí.
Me pasó con Naruto y me ha
vuelto a pasar con Claymore: los manga con acción entre sus páginas se
benefician cosa mala de poder leerlos al ritmo que uno quiera, sin depender de
editoriales ni que te saquen un par de tomos o tres al año. De verdad que,
cuando los combates se alargan, la posibilidad de leerlos de una sentada en
lugar de en año y medio ayudan muchísimo a meterse en ellos.
Pasando al tomo en sí, pues
poca historia tiene: el combate final contra Priscilla, con la reaparición de
Theresa (la prota al inicio de la obra) y unas conversaciones con Claire que me
han encantado.
El combate en sí tiene poca
historia, pero supone un subidón gracias al background que llevas al llega a
él, la ilusión que te hace ver a Claire animada por sus compañeras o a Raki animándola.
Me he quedado con ganas de
seguir acompañando a las Claymore, de verlas en la guerra en el continente de
la que nos han hablado algunas veces y de seguir viendo crecer a Claire y Raki.
Pero un final es un final, y siempre quedará volver a empezar...
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