He tardado un montón, pero me
he hecho con el segundo tomo de Dragon Ball Super. Y es que ante la
imposibilidad actual de verlo en la lengua en la que he visto toda la saga
(catalán) y dada mi eterna patencia, pues me hago con el comic y sigo
esperando.
Éste segundo tomo termina el
torneo de los universos, un torneo bastante patillero que sirve únicamente para
ver luchar de nuevo a nuestros personajes favoritos y para establecer una nueva
mitología (con nuevos Dioses de la Destrucción y un tipo por encima). No deja
de ser una trama entretenida, pero que no engancha demasiado. Por suerte dura
poco más de un tomo.
Porque luego viene algo que sí
me ha enganchado, una vuelta al universo del Trunks del futuro, con un nuevo
enemigo clavadito a Goku y al que han bautizado como Black Goku.
Todo lo de ésta nueva trama ha
ocupado poco, apenas un par de capítulos, pero tiene muchísimo gancho y te deja
con unas ganas locas de más.
Da la sensación de que han
encontrado el tono a ésta nueva iteración de Dragon Ball, que el acelerado
ritmo que hemos llevado hasta ahora le ha ido bien para pasar de puntillas
sobre una saga un poco más pesada de ver en el anime y que ahora nos vamos a
otra con más gancho. Incido en lo del ritmo, porque es algo que choca si sólo
has visto animes de Dragon Ball, pero el manga original de Toriyama ya parecía
ir volando de una cosa a la siguiente.
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